Delirio.






    Delirio. Es delirio no mansedumbre furiosa. Cuando nuestro equilibrio sicológico lo necesita y acudimos al médico para que nos ayude a ordenar nuestros pensamientos; a veces oímos que no siempre las cosas tienen explicación: son como son y así hay que aceptarlas. En estos casos, los mecanismos de defensa del sistema biológico que nos humaniza y equilibra se pone en marcha y aparecen delirios para evitar la locura y, por lo que observo, después de leer tantos argumentos y tantas estadísticas y tantas entrevistas y recomendaciones para solucionar esta crisis de cambio y crecimiento donde nos hemos instalado sin comprender aún sus causas, por lo absurdo que resulta admitir como lógico  que la riqueza que existe, creada con el esfuerzo de muchos y el deterioro del habitas humano, esté en manos de unos pocos, a los que pagamos sus facturas con nuestro empobrecimiento y, para colmo, les endosamos los beneficios. ¿Qué delirio equilibrará esta irracionalidad?  Puede que ya lo estemos alumbrando y se visualice en cómo los políticos hacen  política. Mientras unos endosan beneficios a unos pocos, otros reparten crispación y temor para cercenar la independencia de pensamiento. En la actualidad son “invertidos”, los de derechas proponen lo que se les supone a los de izquierdas —nacionalizan bancos — y los de izquierda aplican las recetas de los de derechas —reduciendo conquistas sociales—. Mientras se aclaran se cierra el consumo, nos hacemos hortelanos y para sosegarnos,  no sin temor, miramos a la “roja”. No, no es mansedumbre furiosa, es delirio. Para mansedumbres furiosas: Túnez, Egipto, Argelia y suma y sigue: 15 M, en España.

No hay comentarios: