La vara de medir

Hace tiempo que la tan traída y llevada vara de medir quedó definida como: 1.650.763,73 veces la longitud de onda de la ralla roja-naranja (valenciana) de criptón-86, emitida por dicho átomo cuando un cierto electrón de su orbita, después de excitado a la temperatura del punto tripe del nitrógeno, vuelve a su estado natural. Más comúnmente "el metro", vara universal de medir: es la distancia que existe a 0º C entre dos trazos paralelos gravados en una barra de platino iridiado que se conserva en Sévres (París). Con estas definiciones de la vara de medir podrán ponerse de acuerdo los ilustrados y los comunes  mortales en cualquier cuestión de debate; para concluir con sentido común y no desalentar con la incongruencia, el estrés y el delirio que nos producen los debates de actualidad. Tomemos algunos ejemplos:

            Sobre el amor: La violencia de género se produce por la distinta vara de medir del macho y de la feminidad.

          Sobre la economía: La crisis económica, se produce porque la vara de pagar es distinta para los financieros que para los usuarios; estos pagan y los otros reciben. Unos se enriquecen y otros –los usuarios–  empobrecen.

    Sobre la salud, prohíben fumar para preservarla y autorizan la contaminación de la biosfera con emanaciones de todo tipo de sustancias, incluso radiactivas, cuya tecnología no dominan –residuos radiactivos durante decenios de años–.

         Si hablamos de política propiamente dicha, apaga y vamos, al corrupto lo ensalzan y al honrado lo mancillan, ya sabemos que la ley inmutable que rige la corrupción dice: la afluencia de voto al espacio corrupto es directamente proporcional al expolio que se produce en las arcas publicas o en los honrados ahorradores y si se trata de defender la democracia o los derechos humanos donde no las hay. ¿Por qué se guerrea donde hay petróleo y se ignora este asunto en países donde no lo hay? La vara de medir es mágica o acaso los políticos han descubierto los fundamentos para validar, otra vez,  las hipótesis de Lorentz-Fitzgerald por la que los cuerpos que se desplazan en la dirección del movimiento sufren una contracción que depende de la velocidad a la que se mueven. No sé. Pero me parece que la vara de medir no está en Sévres, sino en la mente de quien la utiliza; en Valencia o en Madrid, por citar otros lugares, y así nos va: estrés y delirio para todos, mientra la vara de medir no se deposite de verdad en el “Museo de Pesas y Medidas”.

Desde luego: No a la guerra y no a la energía atómica, mientras no se tenga la tecnología para dominar  la radioactividad: investiguen para transmutar en plomo los materiales radiactivos. Mientras tanto, apagón y tente tieso. Señores, sigan buscando la Piedra Filosofal.