El Neutrino







        No sé cómo el Sr. Rajoy llegó tan pronto a la Moncloa, aún no se había hecho el recuento de papeletas y ya estaba allí; hasta la Sra. Merkel le había mandado la guía de instrucciones a seguir, todos lo daban por hecho. ¿Para qué votamos? ¡Qué sentido tiene! Y para comprender esta noticia de los poderes mediáticos sigo leyendo el periódico y me encuentro con que se confirma, un poco más, que el neutrino electrónico los hay muónicos y también tauónicos, y unos se transforman en otros según circunstancias llega a su destino con antelación al haz de luz. Este experimento hasta pudiera entenderlo; sé que a niveles ínfimos y locales del espacio-tiempo existen agujeros de gusano o puentes de Einstein-Rosen por los que se puede viajar en el tiempo siempre que las mediciones del haz de luz se cuantifiquen por fuera del agujero. Hay posibilidad de entender. Pero en política, hechos como el que comento, es más cruel de entenderse que lo que ocurre en la física cuántica, salvo que entendamos que lo cúantico es a la Física lo que la democracia a la Política, y la Democracia tenga naturaleza de queso gruyere, con agujeros políticos por donde los votos escapan a la utilidad del sistema. Quizás no nos han enseñado a cuantificar suficientemente la democracia y no metamos la vara de medir por los agujeros de gusano del sistema para que las leyes se cumplan, donde la luz llega a su destino a la par que el neutrino, donde el diputado llegara a la vez que el recuento del voto, donde al voto le afecte el sufrimiento que la crispación supone; le afecte:  el deterioro social de la malversación de fondos, la prevaricación, los insultos, las mentiras y sobre todo el recorte de derechos sociales alcanzados con trabajo y sacrificio de los trabajadores. Que no ocurra con el voto lo que al neutrino que atraviesa la masa sin ni siquiera rozarla. Hay que meter la vara de medir por los agujeros del queso de gruyere de esta democracia por donde el neutrino llega antes que la luz a su meta de la Presidencia del país sin romperse ni mancharse: verdadera consecuencia del  arte de la política cuántica que hoy se practica.

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